El cuidado de la salud bucodental no es solo una cuestión de concienciación, sino también de hábitos. Si nos preocupamos de que nuestros pequeños adquieran esta rutina desde la infancia, evitaremos muchas complicaciones que pueden ocasionar problemas mayores en la edad adulta.

Aprender jugando

Hay multitud de opciones y facilidades que pueden ayudarnos a convertir la hora de la higiene bucodental en un juego divertido: pastas dentífricas con colores atractivos, cepillos diferentes que podemos convertir en “atrapamonstruos”… También podemos encontrar libros y cuentos en los que se explica de una forma amena las aventuras y desventuras que pueden sufrir unos dientes sanos si se enfrentan a enemigos como la placa bacteriana o la caries.

Lo importante es hacer que el cepillado sea un momento divertido: en casa debemos convertir esa acción en un juego en vez de en algo aburrido y pesado. Motivarlos a cepillarse los dientes durante más tiempo, a jugar con la espuma, a descubrir rincones escondidos con el cepillo o a librar una batalla con las bacterias, entre otros, pueden ser pequeños trucos para que enfrenten ese hábito de higiene bucal con alegría.

Dar ejemplo y fomentar la adquisición de hábitos

A  los niños les gusta imitar lo que hacen los padres. Los adultos somos el mejor ejemplo en las edades más tempranas. Si papá y mamá no se lavan los dientes, probablemente tampoco lo harán los niños.

Como el resto de hábitos, el de la higiene bucal se adquiere con la repetición. Si nos saltamos algunos cepillados o nos olvidamos el cepillo cuando duermen fuera de casa, nos costará que automaticen la práctica del cepillado. Por contra, mantener una limpieza sistemática desde pequeños hará que automaticen esta práctica.

Enseñar un correcto cepillado 3 veces al día, incluyendo también lengua y encías, es la manera más sencilla de prevenir la caries y los problemas de encías. Por otro lado, la visita al dentista no debe ser el último recurso. Realizar exploraciones periódicas ayudará a prevenir la caries o la inflamación de las encías, entre otras enfermedades, así como dolores molestos que podrían hacer que el niño asociase con el dentista.

El papel de la escuela

La escuela no solo está destinada a formar a los niños, sino que contribuye a su educación en el sentido más amplio. Incorporar a su cometido los hábitos de higiene bucodental ayudará a que los chicos los generalicen en casa. Los expertos recomiendan a los docentes que incluyan el cepillado de dientes en la escuela tras el almuerzo. También a través de fichas y otros recursos para el aula se puede transmitir esta información, combinando explicaciones teóricas con ejercicios prácticos.

Algunas curiosidades sobre la salud dental infantil

  • La higiene bucal debe empezar antes de la salida del primer diente, limpiando cuidadosamente las encías del bebé con una gasa humedecida.
  • Las revisiones dentales con el odontopediatra deben empezar a partir de la salida del primer diente o del primer cumpleaños.
  • El flúor, en su concentración adecuada según la edad, está indicado desde la salida del primer diente (6 meses) para la prevención de caries.

Las guías recomiendan lo siguiente:

  • Entre 6 meses y 2 años de edad, cepillar dos veces al día con una pasta de dientes con 500 ppm de flúor y la cantidad similar a un grano de arroz.
  • Entre 2 y 6 años, cepillar dos veces al día con una pasta de dientes con entre 1.000 y 1.450 ppm de flúor y la cantidad similar a un guisante.
  • Mayores de 6 años, cepillar dos veces al día con una pasta de dientes con 1.450 ppm de flúor y la cantidad de 1-2 cm. A partir de esta edad, ya se recomienda el uso de colutorios para complementar la higiene bucal.

 

Fuente:

El rincón de las pequeñas sonrisas